martes, 17 de marzo de 2015

8 S. XXI, BUSCANDO A LOS ATLANTES

El portal cuántico nos dejó en una playa. Después del acostumbrado mareo y de alejarnos de las palmeras que habían cubierto nuestra llegada seguía sintiéndome extraño con la ropa que llevaba puesta mientras la mayoría de gente presente disfrutaba del exquisito clima, casi libres de ropa. Critias empezó a decirme lo que estaba por ocurrir.
-Estamos en tu tiempo, enero del 2015. Los atlantes se encuentran en algún lugar del fondo del mar Caribe, en esa zona que ustedes llaman el triángulo de las Bermudas-, comentó.
-¿Desde cuándo están allí? ¿Cómo es que no se les ha encontrado hasta el momento?-, pregunté.
Mientras caminábamos por la playa se veían las últimas horas de la tarde. Algunas fogatas se encendieron a nuestro alrededor.
-Ellos nunca se desaparecieron. Después de una época de tiranías estaban perfeccionando un nuevo tipo de energía geo-mecánica. Su conocimiento tecnológico les había llevado a controlar parcialmente la energía de los sismos y estaban a punto de tener éxito. Ogul fue el científico que desarrolló las pruebas, pero los que gobernaban las tierras de la Atlántida ya tenían un fin para esta nueva forma de energía. Deseaban dominar el mundo a costa de la destrucción de su antagonista, los lemurianos-, dijo.
Ya casi oscureciendo nos acercamos a la orilla del mar por un lugar algo alejado de las fogatas y de la actividad. […]
-----
Critias no decía nada. Solamente me miraba. Le causaría curiosidad mi expresión. Me daba la impresión que él ya había pasado por lo mismo en otra ocasión. No mostraba el más leve asombro.
De pronto el viaje se terminó. La energía que formaba la esfera se desvaneció. Nos esperaban algunas personas de aspecto bastante normal. Debido a la diferencia de colores de piel y ojos no podía adivinar de qué continente podrían. Habían amalgamado varias culturas.
Se presentó una mujer de unos treinta años, escoltada por su séquito. Critias nos presentó.
-Jonás, ella es Silvia, soberana de Atlantis, encargada del bienestar de su pueblo-.
-Mucho gusto-, alcancé a decir. Verdaderamente no encontraba palabras para saludar adecuadamente a un personaje de ficción, hasta hoy.
Silvia y otros más se rieron con cierto aire de culpabilidad. En el rostro de Critias se dibujaba una expresión de terror.
-Jonás, debes ser cuidadoso con lo que piensas porque ellos lo sacan de tu pensamiento. Esta vez les ha parecido gracioso, no siempre es así.-, dijo.
-Si bien yo no soy un atlante, tengo esa misma facultad-, agregó.
Alguna vez me encontré con gente que hacía uso de esa cualidad, aunque es bien difícil descubrirlos o ponerlos en evidencia pues se escudan de muchas maneras. Para ellos es una gran ventaja mantener oculta esa característica porque les genera beneficios, aún a costa de perjudicar a los demás. Al descartar las suposiciones válidas solamente queda aceptar lo inaceptable: que la mente puede ser escaneada, condicionada y programada a distancia.
Otra vez aparecieron sus risas. Ya repuesto, a Critias también le pareció gracioso mi razonamiento.
-Si es difícil controlar la lengua, es imposible detener el pensamiento. Lo mejor que uno puede hacer es decir la verdad, esa sincronía con la mente, los sentimientos y lo que la lengua dice sin callar. Ese punto de avance moral está aún bastante lejos de tu civilización-, dijo.
-La única manera que podemos evitarlo es que pasemos a ver lo que hemos venido a ver-, dije con suavidad.

Silvia en persona se encargaría de pasearme por el lugar pues su séquito se estaba disolviendo a raíz de mi comentario. Critias se despidió levantando la mano. Nos quedamos los dos solos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario