Ingresamos
a un gran salón en un sótano de la pequeña ciudad de Qumram. Se encontraban
reunidas una veintena de personas, de las cuales solamente conocía a Kane,
Anawi y Critias. Algunos de los presentes estaban en plena conversación cuando
los interrumpimos. Cada quien se sentó en alguno de los sitios dispuestos
alrededor de una gran mesa y unas pequeñas pantallas virtuales aparecieron en
ella, de tal manera que cada asistente poseía una, menos yo.
Me invitaron a sentarme a un
costado mientras un anciano tomaba la palabra. De pronto apareció otra pantalla
más grande a un costado de la mesa y orientada para que yo vea cada detalle del
plan por ejecutar. Los que lo deseaban, por comodidad nos seguían desde sus
propios dispositivos.
El anciano se presentó como
Ezequiel y señalando la gran pantalla empezó su explicación. […]
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Ezequiel volvió a mover la mano y
mientras desaparecía la ciudad atlante, el área 51 ocupaba su lugar. El zoom
permitía un acercamiento lento con el fin de que yo pudiese grabar en mi
memoria la apariencia de al menos los edificios más importantes y me pueda
orientar hacia el reactor.
-Este es el reactor. Tiene el
aspecto de un radiotelescopio y de hecho lo es, pero está adaptado para que por
medio de él fluya la energía que atraiga al asteroide y que, para nuestra
fortuna, puede ser desviado distorsionando la energía que dispara. Hemos
calculado la cantidad de energía capaz de desviarlo hasta que ya no constituya
una amenaza para la Tierra y estimamos que tenemos la suficiente cantidad
mientras el asteroide no haya sido fragmentado. Si esto ocurriese sería muy
difícil anularlos a todos y de hecho uno que otro nos impactará. El mal va a
ser menor pero de todas maneras tendríamos una era glacial en curso, una
inversión magnética en ciernes y el daño irreversible a nuestro genoma-.
Mientras señalaba un punto en las
instalaciones –era el radiotelescopio-. […]
Continuó. –Te vamos a introducir en
el reactor, deberás colocar el medallón que te permite viajar… por aquí
–señalando la pantalla, pareció como si se ingresara por la puerta principal
del reactor y visualizaba una sala de controles como los que usa la NASA para
monitorear sus lanzamientos de cohetes. -Ese tablero que ves –señalaba uno en
especial que parecía un radar detectando objetos voladores- es el radar
principal y les permite monitorear el asteroide. No te puedes confundir porque
está separado de los demás, que tienen menor alcance y se usan para detectar
los aviones que pasan cerca del área 51. Solamente debes esconder el medallón
cerca de él porque la señal de energía es efectiva a una distancia de hasta 20
metros. Mientras más cerca mejor pero debe quedar totalmente escondido. Cuando
se den cuenta de que alguien está distorsionando la energía, no creerán que la
fuente se encuentre dentro de sus instalaciones. Con unas distracciones
adicionales ganaremos el tiempo suficiente para que el asteroide sea desviado
convenientemente antes de su fragmentación. Pero corres el riesgo de capturado.
Podríamos enviar a Anawi para que te acompañe pero eso nos restaría mucha
energía necesaria para desviar al asteroide. Te enseñaremos a manejar el radar
por cualquier caso y debas sabotear tú mismo el reactor. ¿Qué dices?-.
-¿No tenemos un plan B? ¿Qué
pasaría si el asteroide se parte antes de poder desviarlo-, pregunté algo
espantado.
-Si por cualquier caso algo
fallara, enviaríamos a Anawi a hacer el trabajo, pero por cosas de la energía
estaríamos en peores condiciones, haciéndose cada vez más difícil aniquilar la
amenaza. A su vez tu rescate sería complicado-.
-¿Tampoco tenemos
contrainteligencia?-.
-No-.
La verdad es que empezaba a
preocuparme de lo incompleto que era el plan. Solamente contemplaba los
objetivos a lograr pero de nuestra seguridad nada. Es más, el mismo plan de
salvación de la Tierra no contenía información acerca de las fuerzas y armas
del enemigo, ni de sus estrategias para contrarrestar nuestra operación.
Estábamos yendo casi a ciegas, confiados en nuestro amigo Ogul a quien todavía
no le habíamos dicho nada. La incertidumbre era total. Ni siquiera teníamos
idea si ya sabrían de nuestras operaciones y estarían esperándonos ‘con los
brazos abiertos’. No me quejé pero para ser adelantados en el tiempo no
mostraban la menor diferencia frente a una situación extremadamente peligrosa.
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