Ni
bien terminaba de decir esto último cuando una estela de luz en forma de
triángulo nos barrió. Era la nueva forma de viajar, conjeturé en mi interior. A
diferencia de la anterior que era suave, parecía que me estuviesen fraccionando
en una infinidad de partículas. Diría yo que cada parte de mi ser tenía
conciencia propia. Éramos muchos, una infinidad. Una fuerte sensación de calor,
se sentía una radiación como de día con mucho sol
pero con una intensidad mucho más alta. Como suponía se sentiría al ser
irradiado por algo similar a las microondas o la fisión nuclear. En no más de
diez segundos perdí la consciencia.
Desperté.
Me vi rodeado de seis personas. Una de ellas era Kane, mi viejo amigo del oeste
americano. No demoré mucho en recuperarme del todo. Me ayudaron a levantarme.
Había estado tumbado en lo que sería un jardín.
-Estamos
en el año 2150- dijo. Yo seguía con ese estupor de los que son despertados a
medio sueño. Caminé pesadamente mientras demoraba en recuperar mis facultades habituales.
-¿Qué te pareció el ‘colador cuántico’?–, preguntó Kane con cierto aire de
burla.
Me
quedaba claro que ese triángulo de energía que nos arrebató del 2015 y que era
la causa de mi lentitud de pensamiento, sería lo que K mencionaba. Entre los
reunidos también estaba Anawi, quien parecía haberse recuperado hacía tiempo.
Sería alrededor de las tres de la tarde.
-Maldito
invento– repliqué con las fuerzas que ya estaban regresando. – Parece que
estuviera con una resaca de días-.
Kane interrumpió:
‘Es normal lo que sientes después de tu viaje. Anawi está acostumbrado porque
su modo de vida y alimentación con las etnias de la selva lo hacen más fuerte–.
Lo
miré de nuevo y efectivamente el charapa no mostraba señal alguna de mareo ni
lentitud al hablar. –¿Y a ti Kane, te afecta el viaje?–, dije volteando la
mirada.
–A mí
me afecta mucho más que a todos ustedes. Debo hacerlo cuando sea estrictamente
necesario– fue su respuesta.
Ahora yo
ya caminaba con mayor facilidad. Me presentaron a los demás. Me dijeron que nos
encontrábamos en un punto intermedio del viaje. El español de Kane me pareció
muy bueno, no salpicado con palabras en inglés.
–¿Por
qué no lo hicimos en una?– pregunté. Se miraron entre ellos como cuando nadie
quiere responder. Uno de ellos, el que se hacía llamar Critias tomó la palabra.
Me pareció que no era ese su nombre pero para mí estaba bien. Era un personaje
algo extraño.
–En
algún momento deberás encontrarte con amigos míos en tu tiempo y sería bueno
que sepas algo más de ellos antes de completar el viaje. Pero no debes saber la
ubicación exacta del lugar en donde estamos. Simplemente lo llamamos ’Qumram’–
acotó Critias.
–¿Por
qué nos hemos ido tan lejos y para un lugar sin problemas?–, pregunté con
extrañeza.
Kane
inició con las explicaciones. –Qumram es un punto intermedio, un lugar de nadie
y un tiempo bastante pacífico. Un espacio para vacaciones y para poder
planificar sin ninguna premura–. Aquí se pasa la mayor parte del tiempo. La
mayoría de la misiones se han cocinado desde aquí. […]
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-Petróleo
y gas todavía hay. Las reservas están agotándose pero hay. Lo que ocurre es que
la industria se mueve con otros tipos de energía. No solamente las renovables
como solar, eólica, geotérmica y mareomotriz. Al final del s. XXI se desarrolló
algo que se llamó fusión en frío. No corresponde a esos experimentos fallidos a
finales del s. XX sino a una nueva tecnología que conjuga materia oscura y
generación de nuevos compuestos químicos, pero a nivel microscópico. El calor
generado es aceptable y se pueden replicar muchas estructuras atómicas
similares a los hidrocarburos. El petróleo fue reemplazado por petróleo
sintético-, dijo Kane.
-Claro-,
dije, -y así continuamos contaminando el planeta al doble de la velocidad con
que lo hacíamos en mis tiempos. ¡Bravo, felicitaciones! ¡Linda solución!-.
Kane
continuaba explicándome lo que ocurrió con la serenidad del caso. –El proceso
es reversible. Así como se crean hidrocarburos, también se pueden degradar. Los
costos iniciales eran elevados y mientras las energías renovables dominaban el
planeta, se hacían experimentos para limpiar la atmósfera. Recién por estas décadas
se ha masificado la tecnología de limpieza atmosférica. Justo cuando el
petróleo se estaba realmente por terminar. Pero el gran detonante para que las
energías renovables reemplacen al petróleo fue un tema de costos. Nuestro
trabajo en tu tiempo sirvió para que se conozca este tipo de energías que no
contaminan el planeta y sean utilizadas por todo el mundo. Sin embargo su uso
se generalizó al empezar a ser altamente rentables. Esto tomó otros cincuenta
años más, hasta el día de hoy-.
Mi
mente disparaba pregunta tras pregunta sin parar. Era un diálogo ágil porque
siempre había una respuesta y la información recibida y procesada conllevó a
preguntas más profundas.
-No me
imagino como un bicho microscópico puede limpiar una atmósfera tan grande como
la que tenemos. Ni un trillón de ellos podría limpiar siquiera un poco de aire.
Aparte de extensa, la atmósfera tiene un espesor de varios kilómetros. Es mucho
volumen para recorrerlo a la captura de partículas que podrían estar muy
dispersas-, afirmé.
Su
respuesta no se hizo esperar. -Esos bichos o micro-drones que mencionas
proyectan un aura luminosa cuya energía va generando con el carbono que
encuentra, compuestos orgánicos más pesados que van cayendo a los niveles inferiores.
Estos compuestos no generaban contaminación. Los nuevos modelos de drones generan
materia orgánica que da vida en lugares adonde caen. Mira a tu alrededor.
¿Cuándo el desierto del Sahara se vería así?-.
Tenía
razón. Una tenue vegetación caracterizaba toda la extensión de terreno que nos
rodeaba, hasta donde se perdía de vista. Me agaché para cogerla y
definitivamente era materia viva. No era el pasto conocido por todo el mundo
pero estaba lleno de vida. Fibras cortas y delgadas constituían el césped del
desierto. Al recordar que los modelos eran nuevos comprendí que el proceso
tendría muy poco tiempo de iniciado.
-¿Y la
capa de ozono? ¿Hemos dejado de destruirla?-, dije.
-Mira-.
Señalando al cielo, me respondió. –Hemos replicado la generación de ozono con
la misma tecnología. En tu tiempo ya había producción de ozono, lamentablemente
se daba junto a procesos de soldadura o fotocopiado. Hemos replicado lo que era
útil de aquéllos, logrando recuperar la capa. La radiación aquí en el desierto
y en otros lugares en donde la capa era delgada, ya no acaba con la vida
después de hacerla más gruesa. Pero también es necesaria la preparación de
suelos para recibir y germinar toda la materia orgánica generada en los cielos-.
-¿Por
qué aquí y cuál es el alcance del proyecto?-, pregunté.
Kane
absolvía a todas mis preguntas -Aquí nadie se opuso. No tenían nada que perder.
Cuando concluyeron con éxito los primeros experimentos en campos con esta
materia viva distinta pero resistente al desierto y se ofreció bajar la
radiación, nos pidieron intensificar las pruebas aquí y éste es el resultado.
Muchas naciones que habían depredado sus tierras y bosques se interesaron. Hoy
en día una mayoría de países ha adoptado el sistema. Incluso hay muchas
fábricas en los cinco continentes-.
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