Escribir
podría convertirse en un difícil arte, especialmente cuando el autor desea
hablar de algo que no conoce por completo. Pero también es una oportunidad que
le brinda licencia para crear. En ese caos, en ese vórtice en donde las ideas
concretas, las suposiciones y los sueños se juntan sin tregua; es ahí en las
raíces de la creatividad en donde concurren las sorpresas.
La razón de ser de la presente obra es
recorrer, con la ayuda de estas mismas ideas que luchan por encajar con las
demás, por una enorme variedad de situaciones bajo la siguiente escala: el
conocimiento, la suposición, la mente abierta y lo extremo. Unir estos cuatro
estados en armonía para dar a conocer la grandeza y variedad de culturas
milenarias y contemporáneas en sus diversos campos. Ruego lector que mantenga
en evaluación las ideas en forma continua bajo estos cuatro puntos de vista.
Y es que, saturados de modas retro y de
tantos remakes en el cine y la música para empezar con una larga lista de émulos
que no se termina, notamos que al parecer se habría agotado la creatividad o en
todo caso las mentes se han vuelto menos profundas en la adquisición del conocimiento
y en la transformación de los recursos; siendo más fácil copiar, maquillar y
hacer campañas publicitarias costosas para cosas baladíes en vez de descubrir
la raíz de la cultura en cada ocurrencia diaria al acumularse por años.
Lamentablemente la magia que nos hace
creadores está cada vez más vapuleada por una sociedad comercial de la solución
sencilla, incompleta y del retorno económico rápido. Las cosas nunca fueron así
y me apena ver a tantas personas estudiando la experiencia de otros para no cometer
sus errores, sabiendo que a su vez cometerán los propios por toda la eternidad.
A veces es necesario empezar desde cero, sin
contaminantes que critiquen nuestro esfuerzo creativo. Es muy probable que se
presenten obstáculos a cada paso por ir contra la corriente pero las respuestas
serán originales, detallistas y más completas. Allí se evidencia en su real
magnitud la potencia del arte de la creación.
No vaya a creer el lector que de la noche a
la mañana la inspiración va a evolucionar hasta obtener un resultado plausible.
Las ideas se funden en el crisol de la imaginación, generando conjeturas
difíciles de asimilar por el espíritu mundano crítico en el corto plazo. Pero
el subconsciente sigue
haciendo su trabajo; esperando la mano de
nieve, la situación correcta, el déjà vu que abre la puerta a la creación.
Luego se requiere la constancia del inventor,
probando y concluyendo; iterando hasta el cansancio, hasta que las ideas se
complementen matemáticamente y en armonía. Darse un tiempo cada día para que
las ideas no se enfríen, dejando espacio para aquellas que suelen aparecer –a
veces después de años– y que pueden reorganizar o barrer con todo lo que se
había avanzado.
De todos los placeres en nuestra tierra uno
de los más completos es viajar y conocer las costumbres, historia y comidas
propias de cada región, para comenzar. Cuando joven tuve la oportunidad de hacerlo
como turista pero el tiempo era corto, tanto como mi presupuesto. Hoy lo hago
como parte de mi trabajo y si bien uno se concentra en hacer la labor completa,
no se puede ignorar el contacto con la cultura del ambiente rural. Sus formas
de hablar, dialectos, canciones y su solidaridad. Sus festividades, giros
idiomáticos, sus historias y leyendas, cosas no vistas hasta entonces por el
citadino.
Escucho sus conversaciones, noto sus
necesidades y aunque somos algo diferentes, me siento identificado con la
nación que conocí por los libros de historia, geografía y de otras materias en
donde era necesario identificarse con el Perú profundo, aunque siempre fue
superficialmente. Nuestro acervo cultural se encuentra cada vez más marcado en
una ciudad como Lima, aunque muchos se resistan a verlo.
En el campo las cosas son al revés, somos una
pequeña parte del cuadro y esta situación nos hace ser más perceptivos.
Lamento repetirlo pero debido a esta cultura
del retorno rápido estamos condenados a no escuchar ni ver su verdad, que
corresponde a un alto porcentaje de nuestra realidad local y que permanece
ignorada por la consciencia popular de los citadinos como yo. Es necesario
salir de la caverna y regresar para
luego explicar con paciencia y tolerancia los pormenores de la verdad escondida
por revelar; permitiendo tener una mejor perspectiva para al menos emitir
opiniones válidas.
Al ser oriundo de estas tierras, conozco gran
parte de las figuras que a continuación escribo y describo. Es más, convivo a
diario con ellas. La riqueza de nuestras leyendas y creencias no tienen mucho
que envidiar a los más conocidos y hermosos mitos griegos, egipcios, celtas,
escandinavos y otros más. Si algo más puedo recomendar es que, si el lector no
está emparentado con algún término, no dude en ubicarlo en la web, tanto las
definiciones como las imágenes asociadas. Le aseguro que su entendimiento va a
ampliarse al punto que va a compensar esta carencia.
Es mi deseo principal poner al alcance del
mundo nuestra historia; nuestros recursos, riquezas, logros y si lo desea,
nuestro futuro. La magia de la creatividad tiene la facultad de hacer realidad todas
estas cosas y otras más excéntricas.
Asimile usted, estimado lector, el poder de
la piedra del tiempo para que nos visite virtualmente y sepa algo de lo que al
llevarlo en la sangre, de hecho encontrará en cada uno de nosotros.
Esta es una manera de traer hacia el presente
un sinnúmero de culturas de la que somos herederos y parte. Darles vida,
escuchar sus voces, hacer de carne y hueso a algunos pueblos que en diversos
momentos de la historia –cada uno en su tiempo– se enseñorearon por todo el
continente americano, desde Alaska hasta la Tierra del Fuego y que en muchos
casos se resistieron a desaparecer por la voluntad del SEÑOR DEL TIEMPO, al que
pronto va a conocer.
Dedico la presente obra a los peruanos de
todas las regiones del país, con mucho más conocimiento, tradición y cultura
ancestral que el que escribe y que, como yo, valoran a nuestra nación; espero
que la lean con mucha paciencia y perdonen mi poca profundidad acerca de lo que
ofrece nuestra cultura milenaria. A ustedes me debo. Deseo con todas mis
fuerzas que esta contribución sirva como un grano más de arena para compartir
nuestra cultura por todo el mundo y convenza al visitante. Que empiece a soñar
al ver lo que tenemos desde su lejano hogar; sea atraído para que nos visite y que
lo haga encantado, llevándose una hermosa experiencia, única y abundante.
Por otro lado abriré la posibilidad de que, a
partir de esta empresa llena de talento creativo unido a lo que en las escuelas se
aprende y que se cree sin valor intrínseco, cualquiera pueda darse una
oportunidad de crear una industria. Este es el reto y recién comienza. Buscaré establecer
un canal de retroalimentación para completar el desafío de seguir registrando
nuestra cultura, que de habérmelo propuesto individualmente, no hubiese sido terminado
hasta hoy por su abundancia.
Mis agradecimientos van en primer lugar a mis
padres, quienes mantienen esa humana cualidad de ayudar al hijo. A mis hermanos
quienes me ayudan mucho y me dan gran estímulo
para bregar el día a día por mi familia y con
una nueva esperanza. Gracias por su cariño.
A mi esposa, (a toda su familia, con quienes pasamos
muy gratos momentos) y a mis hijos, por la alegría que le dan a mi vida con su
compañía.
Por diversas razones me he visto obligado a
escribir durante cualquier momentos incluso en los buses en donde los
estudiantes universitarios leen con cierta curiosidad lo que escribo –algunos
entienden algo de la historia en curso–; durante los tiempos de espera en
bancos, etc.
Mi reconocimiento a Deanne Ziebell, quien con
sus preguntas acerca de las culturas antiguas del Perú –ocurrió en Arequipa–,
me abrió un panorama de posibilidades de traer a nuestro tiempo esta aventura y
de invitar al lector, de una manera muy singular, a un viaje único, debido a la
curiosidad e interés que mayormente hemos despertado en culturas diferentes a
la nuestra.
A la dulce vida que me ha enseñado que lo
esencialmente bueno demora en llegar (hasta hoy) como son mi esposa y mis
hijos, junto con la felicidad de tenerlos a mi lado.
Y al SEÑOR DEL TIEMPO, de quien aprendí que
la décima musa es la necesidad.
Sinceramente deseo que les guste y que con
las recomendaciones anticipadas no solamente gocen de la lectura sino que
también puedan transportarse a cada época por visitar, haciéndose parte del
equipo que viaja a través de las páginas del libro. Espero haber escogido las
palabras con gran cuidado para que sientan en su propio espíritu lo que van a
vivir a continuación.
El Autor