Ya de
regreso me lamentaba por el sacrificio de Ogul. Todavía me sentía con los
nervios alterados por tanta explosión y luego el terremoto. No sé cómo pero el
atlante se incorporó al plan y lo hizo suyo, contra todas las expectativas. Ni
siquiera estábamos seguros que el plan iba a funcionar. Nunca escuché que
dijera algo que nos pueda servir. Sinceramente aún mi mente no procesaba que el
plan había funcionado.
Ya no
sentía el mareo, Kane estaba en lo cierto. Después de haber sido achicharrado
innumerables veces, mi cuerpo se había acostumbrado al portal y sus
consecuencias.
-Kane,
¿qué habrá sido de Ogul? ¿Lo volveremos a ver?-, pregunté.
-Al
cumplir con nuestra misión alguna parte del futuro se ha alterado y no sé lo
que aún se pueda hacer para rescatarlo. Aunque las condiciones para efectuar un
rescate son altamente complicadas-, respondió.
Apenas
despertaba del shock. Miré a mi alrededor. Recién intenté adivinar en dónde
podríamos haber anclado. Eso incluía nuestra ubicación en el tiempo.
Anawi
se adelantó a mis pensamientos. -No tengo la menor idea del tiempo y lugar en
donde hemos caído-, comentó.
Nos
encontrábamos en una playa que se parece a las del sur de Lima, aunque las
arenas eran blancas y el mar esmeralda y transparente. Parecían playas
caribeñas por sus colores, pero no lo eran. Podríamos hablar de Máncora, en el
norte del Perú.
El sol
de la mañana no se veía tan pequeño como el que vimos en los años oscuros y
quemaba un poco. A lo lejos vimos unos nubarrones oscuros acercándose. Mala
señal porque pensábamos que el problema de contaminación se había terminado.
Concluí
que podríamos estar un poco antes de los años oscuros, pero que la
contaminación aún no había copado el planeta. Máncora se ubica muy cerca de la
línea ecuatorial. Sería uno de los lugares que permanecería con su clima y
ecosistema casi intactos. Era una suerte haber caído en este lugar.
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