La garúa había
cesado pero al parecer los turistas aún no se encontraban cerca y fue todo más
fácil que al inicio. Sacamos la caja de la mochila y de nuevo colocamos la
piedra en la cúspide del Intihuatana. Sin decir nada Yony sacó una pepita de
oro y sonriendo la colocó en el símbolo que estaba apareado al número doce, que
llevaba tallado el colibrí. De nuevo la lluvia multicolor desde el centro de la
piedra hacia arriba, hacia fuera y hacia abajo, a manera de cúpula brillante y
difusa.
Me pareció que demoró
algo más que la primera vez, aunque mi ansiedad porque todo ocurra ya, se hizo
mayor. De pronto la lluvia de energía se hizo tenue y estábamos –para mi
sorpresa– en el mismo lugar. Viéndolo bien era de mañana aunque el sol estaba
radiante. Alrededor de las nueve, diría yo. La hierba había crecido; las casas
y demás estructuras de piedra se veían en mejor estado y todas con techo. Había
plantas muy exóticas y aves de todo tipo que llenaban el aire con aromas y
sonidos diversos y desconocidos.
Seguiría mi sorpresa
al ver que los pocos turistas que se encontraban caminando entre las ruinas se
habían transformado en gente con ropas diferentes que tenían gran parecido a
las de los antiguos habitantes que se repetían en todos los libros de texto de
historia del Perú. Yony sonreía con algo de sorpresa y confianza, parecía como
si hubiésemos cumplido una prueba en forma satisfactoria. Se acercaron algunas
personas con rapidez pero con mucho cuidado y curiosidad. Al parecer hablaban
quechua -idioma que casi ni conozco- y de pronto me percaté que hablaban con
Yony.
A medida que
la información iba y venía, sus rostros perdían los visos de preocupación.
Cuando la conversación amainó, algunos de los personajes empezaron a dirigirse
hacia mí en un español básico, cosa que no esperaba. Saludaban y me decían sus
nombres, dándome la mano a la manera occidental y con cierta timidez propia de
quien remeda una costumbre sin entenderla del todo. Luego se acercó alguien, al
parecer, de más importancia porque le abrían el paso con reverencia. Se veía
muy preocupado hasta que le contaron algunas cosas al oído y se mostró algo
mejor en apariencia, pero seguía mirando con cierta gravedad. Se presentó como
el que gobernaba Machu Picchu, aunque no en los tiempos de donde yo provenía.
[…] Me quedé con la boca abierta. Quise preguntar a qué se refería con ‘los
viajes que te esperan’ pero Yony ya me estaba llevando del brazo hacia una de
las moradas que había en la ciudadela.
Era como una sala bajo un techo de paja de dos aguas. Había varias mesas
de piedra y también bloques del mismo material en donde nos sentamos.
Si bien solamente estábamos los dos, otros que pasaron nos sirvieron algo
parecido a la chicha en unos recipientes de cerámica que nunca había visto.
Yony me explicaba: ‘Los números que ves son de procedencia maya, aunque para ti
fueron fáciles de entender. Ellos dividieron las eras en trece baktunes que
empezaban desde el año 3114 a.C. y llegan hasta casi el inicio del 2013, según
la cronología de tu tiempo. Ya sabes para qué usamos la piedra. Se nos dio el
poder de viajar para ayudar conforme a la sabiduría del Señor del Tiempo, a
quien nadie ha visto. Aquí le llamamos Apu, que es una deidad no material y que
tarde o temprano conocerás, mientras cumplas la misión para la que has sido
escogido. Hará contacto contigo como ha hecho con todos los anteriores a ti,
incluso conmigo’.
[…]Luego le pedí que me explicase exactamente a qué se refería con el
término ‘baktun’. Me respondió: ’cada baktun corresponde a un periodo de casi
cuatrocientos años y la piedra te ubica en cualquier tiempo dentro los más de
cinco mil años que encierra en sus trece marcas. Pero los agujeros centrales y
que tienen el cero maya con punto, se salen de estos cinco mil años.
Teóricamente puedes añadir otros trece baktunes antes o después de los que
manejamos. Puedes ir a pasados más remotos y regresar tal como hiciste hace
unas horas. También podrías ir al futuro pero no es nuestra misión salirnos del
tiempo de referencia. Tiempos anteriores al 3114 a.C. o posteriores al 2012 los
consideramos fuera del tiempo’.
Yo seguía y seguía acribillándolo con preguntas: ‘¿Cómo funciona la piedra
del tiempo y porqué estaba partida en su parte superior? ‘Realmente no lo
sabemos –dijo Yony–, pero es preciso comentarte que alguna vez ocurrió algo
similar a lo que Uds. llaman Rosswell y hubo un contacto con los antepasados de
algunas tribus norteamericanas. Debido al buen acogimiento por parte de los
naturales, en agradecimiento se les mostró parte del futuro y ellos
comprendieron que con el correr de los siglos serían exterminados por eso
huyeron hacia zonas inaccesibles en el desierto, para que el hombre blanco no
los pudiese alcanzar. Algunos restos quedan que ha despertado el interés y
desconcierto de los que ahora viven allá. Pero los antiguos no desearon
utilizar esta herramienta porque respetaban mucho los designios del Señor del
Tiempo. Decidieron que si les tocaba ser exterminados, no debían contradecir el
destino que les correspondía’.
‘Luego los visitantes del espacio bajaron un poco más hasta llegar a los
mayas. Ellos entendieron todo lo referente a los viajes y como manejaban los
números, lograron representar los trece baktunes en sus calendarios, que hasta
en tu tiempo se han vuelto muy conocidos, pero muy mal entendidos. Ellos
también vieron su decadencia y como no eran muchos, prefirieron que se los
llevasen a otro lugar en donde no
existiesen estas amenazas. Creemos que simplemente desaparecieron sin dejar
rastro. Pero algunos de ellos no estuvieron de acuerdo y yendo por las costas
centroamericanas hacia el sur, buscaron alguna cultura fuerte y consciente que
deseara ser responsable de la supervivencia de sus pueblos’.
‘Al principio no encontraron ninguna con la suficiencia adecuada, hasta que
arribaron a las costas del Perú. Primero con los antepasados de los moches,
quienes los adoraron pero no entendieron el mensaje de supervivencia. Ellos
aprendieron mucho pero no asimilaron la misión. Al seguir buscando más al sur
encontraron a los nazcas, quienes sí se interesaron. Se les mostró que de las
entrañas del Perú saldría un pueblo victorioso y responsable que asumiría esta
misión de supervivencia. Los nazcas decidieron que harían lo posible por
manejar con sabiduría la piedra del tiempo y se les indicó que se les daría
esta parte superior de la piedra para que se ubique en algún centro de energía
que en el futuro iban a descubrir’.
‘La numeración maya se consideró sagrada y no muchos supieron de qué se
trataban las marcas y puntos. En su mayoría pensarían que se trataba de algunos
adornos. Debido a que los nazcas ya habían empezado a construir sus líneas, se
añadirían a la piedra sus símbolos para que se les recuerde como los que
recibieron la misión y si algún día regresaban a su tiempo y espacio, sabrían
en dónde encontrarlos’.
‘La piedra fue escondida de generación en generación por más de quinientos
años tras los cuales ya se vislumbraba el imperio de los incas. Ellos recibieron
la visita de los que cuidaban la piedra y se les explicó su poder y su misión.
Ya que estuvieron de acuerdo, los incas asumieron la piedra y le hicieron un
santuario justo aquí en donde fluye la energía que activa la piedra. Luego por
una reacción en cadena que la ciencia de tu tiempo aún conoce en teoría, el oro
se transforma en energía que curva el espacio-tiempo de manera casi
instantánea. No sirve de nada llevar oro aparte del que se coloca en los
agujeros porque igual se va a consumir. Por eso que cada vez que viajamos en el
tiempo ya hemos determinado con antelación lugares y personas que guarden algo
de oro para facilitar nuestras labores de ayuda y educación’.
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