miércoles, 21 de enero de 2015

NUEVAMENTE EN MACHU PICCHU

La garúa había cesado pero al parecer los turistas aún no se encontraban cerca y fue todo más fácil que al inicio. Sacamos la caja de la mochila y de nuevo colocamos la piedra en la cúspide del Intihuatana. Sin decir nada Yony sacó una pepita de oro y sonriendo la colocó en el símbolo que estaba apareado al número doce, que llevaba tallado el colibrí. De nuevo la lluvia multicolor desde el centro de la piedra hacia arriba, hacia fuera y hacia abajo, a manera de cúpula brillante y difusa.

Me pareció que demoró algo más que la primera vez, aunque mi ansiedad porque todo ocurra ya, se hizo mayor. De pronto la lluvia de energía se hizo tenue y estábamos –para mi sorpresa– en el mismo lugar. Viéndolo bien era de mañana aunque el sol estaba radiante. Alrededor de las nueve, diría yo. La hierba había crecido; las casas y demás estructuras de piedra se veían en mejor estado y todas con techo. Había plantas muy exóticas y aves de todo tipo que llenaban el aire con aromas y sonidos diversos y desconocidos.

Seguiría mi sorpresa al ver que los pocos turistas que se encontraban caminando entre las ruinas se habían transformado en gente con ropas diferentes que tenían gran parecido a las de los antiguos habitantes que se repetían en todos los libros de texto de historia del Perú. Yony sonreía con algo de sorpresa y confianza, parecía como si hubiésemos cumplido una prueba en forma satisfactoria. Se acercaron algunas personas con rapidez pero con mucho cuidado y curiosidad. Al parecer hablaban quechua -idioma que casi ni conozco- y de pronto me percaté que hablaban con Yony.


A medida que la información iba y venía, sus rostros perdían los visos de preocupación. Cuando la conversación amainó, algunos de los personajes empezaron a dirigirse hacia mí en un español básico, cosa que no esperaba. Saludaban y me decían sus nombres, dándome la mano a la manera occidental y con cierta timidez propia de quien remeda una costumbre sin entenderla del todo. Luego se acercó alguien, al parecer, de más importancia porque le abrían el paso con reverencia. Se veía muy preocupado hasta que le contaron algunas cosas al oído y se mostró algo mejor en apariencia, pero seguía mirando con cierta gravedad. Se presentó como el que gobernaba Machu Picchu, aunque no en los tiempos de donde yo provenía.

[…] Me quedé con la boca abierta. Quise preguntar a qué se refería con ‘los viajes que te esperan’ pero Yony ya me estaba llevando del brazo hacia una de las moradas que había en la ciudadela.  Era como una sala bajo un techo de paja de dos aguas. Había varias mesas de piedra y también bloques del mismo material en donde nos sentamos.
Si bien solamente estábamos los dos, otros que pasaron nos sirvieron algo parecido a la chicha en unos recipientes de cerámica que nunca había visto. Yony me explicaba: ‘Los números que ves son de procedencia maya, aunque para ti fueron fáciles de entender. Ellos dividieron las eras en trece baktunes que empezaban desde el año 3114 a.C. y llegan hasta casi el inicio del 2013, según la cronología de tu tiempo. Ya sabes para qué usamos la piedra. Se nos dio el poder de viajar para ayudar conforme a la sabiduría del Señor del Tiempo, a quien nadie ha visto. Aquí le llamamos Apu, que es una deidad no material y que tarde o temprano conocerás, mientras cumplas la misión para la que has sido escogido. Hará contacto contigo como ha hecho con todos los anteriores a ti, incluso  conmigo’.

[…]Luego le pedí que me explicase exactamente a qué se refería con el término ‘baktun’. Me respondió: ’cada baktun corresponde a un periodo de casi cuatrocientos años y la piedra te ubica en cualquier tiempo dentro los más de cinco mil años que encierra en sus trece marcas. Pero los agujeros centrales y que tienen el cero maya con punto, se salen de estos cinco mil años. Teóricamente puedes añadir otros trece baktunes antes o después de los que manejamos. Puedes ir a pasados más remotos y regresar tal como hiciste hace unas horas. También podrías ir al futuro pero no es nuestra misión salirnos del tiempo de referencia. Tiempos anteriores al 3114 a.C. o posteriores al 2012 los consideramos fuera del tiempo’.

Yo seguía y seguía acribillándolo con preguntas: ‘¿Cómo funciona la piedra del tiempo y porqué estaba partida en su parte superior? ‘Realmente no lo sabemos –dijo Yony–, pero es preciso comentarte que alguna vez ocurrió algo similar a lo que Uds. llaman Rosswell y hubo un contacto con los antepasados de algunas tribus norteamericanas. Debido al buen acogimiento por parte de los naturales, en agradecimiento se les mostró parte del futuro y ellos comprendieron que con el correr de los siglos serían exterminados por eso huyeron hacia zonas inaccesibles en el desierto, para que el hombre blanco no los pudiese alcanzar. Algunos restos quedan que ha despertado el interés y desconcierto de los que ahora viven allá. Pero los antiguos no desearon utilizar esta herramienta porque respetaban mucho los designios del Señor del Tiempo. Decidieron que si les tocaba ser exterminados, no debían contradecir el destino que les correspondía’.

‘Luego los visitantes del espacio bajaron un poco más hasta llegar a los mayas. Ellos entendieron todo lo referente a los viajes y como manejaban los números, lograron representar los trece baktunes en sus calendarios, que hasta en tu tiempo se han vuelto muy conocidos, pero muy mal entendidos. Ellos también vieron su decadencia y como no eran muchos, prefirieron que se los llevasen a otro lugar en donde no existiesen estas amenazas. Creemos que simplemente desaparecieron sin dejar rastro. Pero algunos de ellos no estuvieron de acuerdo y yendo por las costas centroamericanas hacia el sur, buscaron alguna cultura fuerte y consciente que deseara ser responsable de la supervivencia de sus pueblos’.

‘Al principio no encontraron ninguna con la suficiencia adecuada, hasta que arribaron a las costas del Perú. Primero con los antepasados de los moches, quienes los adoraron pero no entendieron el mensaje de supervivencia. Ellos aprendieron mucho pero no asimilaron la misión. Al seguir buscando más al sur encontraron a los nazcas, quienes sí se interesaron. Se les mostró que de las entrañas del Perú saldría un pueblo victorioso y responsable que asumiría esta misión de supervivencia. Los nazcas decidieron que harían lo posible por manejar con sabiduría la piedra del tiempo y se les indicó que se les daría esta parte superior de la piedra para que se ubique en algún centro de energía que en el futuro iban a descubrir’.

‘La numeración maya se consideró sagrada y no muchos supieron de qué se trataban las marcas y puntos. En su mayoría pensarían que se trataba de algunos adornos. Debido a que los nazcas ya habían empezado a construir sus líneas, se añadirían a la piedra sus símbolos para que se les recuerde como los que recibieron la misión y si algún día regresaban a su tiempo y espacio, sabrían en dónde encontrarlos’.


‘La piedra fue escondida de generación en generación por más de quinientos años tras los cuales ya se vislumbraba el imperio de los incas. Ellos recibieron la visita de los que cuidaban la piedra y se les explicó su poder y su misión. Ya que estuvieron de acuerdo, los incas asumieron la piedra y le hicieron un santuario justo aquí en donde fluye la energía que activa la piedra. Luego por una reacción en cadena que la ciencia de tu tiempo aún conoce en teoría, el oro se transforma en energía que curva el espacio-tiempo de manera casi instantánea. No sirve de nada llevar oro aparte del que se coloca en los agujeros porque igual se va a consumir. Por eso que cada vez que viajamos en el tiempo ya hemos determinado con antelación lugares y personas que guarden algo de oro para facilitar nuestras labores de ayuda y educación’. 

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