Mi viaje de negocios
tenía como destino las minas de hierro en el sur de Ica. A pesar de que la
explotación de hierro no es muy común en el país, el manto ferroso se extiende
por varios kilómetros hacia el este, hasta la región Apurímac. Debido a que el
precio de este metal es muy bajo respecto del oro, del cobre y de cualquier otro, se requiere de
una mayor inversión en equipos para que la producción sea rentable. Y a mayor
cantidad de equipos mineros, nuestras posibilidades de suministrarles más cosas
se incrementaban considerablemente.
Ica es conocida por ser
la cuna de una bebida llamada Pisco, que es motivo de disputas por el nombre de
origen y del mercado con una nación al sur. Aparte del Pisco, Ica
también produce buenos vinos gracias a la inversión del mismo país del
sur. Cosas de la vida. Cuando se habla de Ica en mi mente se agrupa mucha
información. Agroindustria muy importante debido a su inmejorable clima.
Excelentes comidas como la tortuga de mar en sus diversas presentaciones.
Lamentablemente la especie se está depredando. Se tuvo que prohibir su captura
y comercialización, aunque en círculos privados se sigue con esta práctica
culinaria en forma clandestina.
La primera vez que
estuve en Ica fue cuando mi padre me pidió que lo acompañara en los ’80s pues
debía supervisar la construcción de unos tanques para recibir ácido sulfúrico
que una nación asiática nos obsequiaba por ser excedente de su actividad
productiva. Me explicó que a medida que
un país se torna industrializado, mayores serían el sobrante del ácido y países
como el nuestro con una industria incipiente, debía importarlo. Yo aún estaba
en el colegio; me agradó la idea de salir de viaje por unos días y faltar a clases.
[…] La cultura Nazca es
la que concita mayor interés mundial.
Aparte de su cerámica de características similares a los Paracas en colores,
formas y diseños, la presencia de líneas de gran tamaño trazadas en las arenas
del desierto y preservadas posiblemente por más de mil años. En ellas
representaron aves, cetáceos, reptiles, arácnidos, mamíferos y otros motivos
más, que pueden ser apreciados en su real magnitud desde el aire. La matemática
alemana María Reiche fue quien dedicó su vida a su estudio y sus publicaciones
han permitido difundir sus descubrimientos. Fue ella quien escoba en mano despejó la tierra acumulada
sobre las líneas cuando llegó a la zona.
A diferencia de las versiones que aseguran que las líneas habrían sido
hechas por extraterrestres, ella asegura que la
las líneas son un logro de los habitantes del lugar. La región, que
siempre estará entre los mejores recuerdos de mi vida, es soleada casi todo el
año y produce frutas, uvas y piscos
excelentes.
[…] En fin, había
tenido éxito en esta visita y como premio me dirigí a Nazca a pasar la noche, a
ver si la piedra hacía una de las suyas. Después de ubicarme en un hotel cerca
de la plaza, decidí salir a cenar. Estaba algo cansado, lo que me dificultaba
pensar en visitar las líneas. Este viaje era entre semana y no disponía de
tiempo porque debía estar en Lima al día siguiente. Para otra vez sería mi cita
con las líneas. El hotel estaba bien equipado, inclusive había un cuarto de
sauna, vacío por el momento. Pregunté si estaba operativo y me dijeron que en
media hora ya estaría a punto para ser usado. Les agradecí y me fui al cuarto a
matar el tiempo antes de ir al sauna. Cuando ya habían pasado los treinta
minutos me dirigí, listo para ingresar. Pregunté si estaba preparado y si había
casilleros para dejar la ropa. Ya con la toalla puesta como única prenda, abrí
la portezuela para ingresar.
Grande fue mi sorpresa
al encontrarme con la piedra. No sabía
qué hacer. Si esto o aquello. Poco a poco fui razonando con más claridad y
volví al casillero para vestirme de nuevo; rápido porque otra persona podría
animarse a ingresar y descubrir lo que guardaba como secreto de estado o
provocar que la piedra desapareciese, estropeando la misión del momento. Una
vez vestido y con la piedra en la mochila que recogí de mi habitación, me
acerqué al cuarto. Miré por todas partes y percatándome de que nadie me viera,
ingresé nuevamente con ropa y todo. Acto seguido saqué y coloqué la piedra en
su lugar y al borde del colapso por el calor reinante, introduje una diminuta
vasija de oro en el siguiente agujero que tenía la figura de una lechuza.
Algún recuerdo pasó
raudo por mi mente, pero antes de determinar qué había sido, empezó a fluir el
chorro de energía y las luces de siempre. Menos mal que llevaba puesta la ropa
porque de pronto sentí un ventarrón producto de las paracas, que eran vientos
muy fuertes pero ínfimamente comparables a las tormentas de arena que se ven en
las películas del desierto; aunque menores en intensidad, podían voltear la
carga que llevan los camiones que se cruzan con ellas o rayar la pintura de los
vehículos a manera de arenado.
Busqué un lugar en
donde guarecerme del viento y encontré unos montículos en los me lancé,
postrado cuerpo a tierra y con la cabeza y cara cubiertas con la camisa, esperé
algo de tiempo hasta que pasara del todo. Cuando pude levantarme, alcancé a ver
que me encontraba solo en el lugar. Subí al montículo para ubicarme mejor y
mirar a mis alrededores. No sé cómo llegué a donde estaba, pero al mirar hacia
abajo me encontré con una figura ya vista siglos atrás. Esa forma de sandía
echada con dos lentes redondos era el pensamiento que rondaba mi mente al poner
el oro en la figura de la piedra. Era la lechuza, pero era también el vivo
retrato de los visitantes de Caral. ¿Qué relación podrían tener? María Reiche
había dicho que todas las líneas eran mérito de los nazcas y que representaban
únicamente animales y otros objetos propios de su realidad. Que no habían
recibido ayuda de ninguna clase. Pero porqué aparecí aquí mismo, cuál era el
mensaje y la misión en curso, eran cosas que desconocía por completo. Volví mi
cabeza para ver dónde estaba la piedra. Ya no la encontré, había desaparecido.
[…] Con curiosidad le
pregunté qué representaban las líneas y cuál era su objetivo. Respondió lo
siguiente: ‘tras muchos años de observación de las estrellas hemos determinado
el ciclo de muchos desastres naturales que se repiten después de períodos de
tiempo muy regulares. Las lluvias intensas de la costa siguen un patrón
bastante confiable, aunque algunas veces se salían del modelo. Pero lo más
importante era que de acuerdo a la alineación de las estrellas podíamos saber
en qué época del año ocurrirían. Así cuando algunas líneas acomodan su
orientación a las estrellas que les corresponden, esperábamos épocas de calor,
de frío, de lluvias, de sequías. Si bien aquí no llueve nunca, en otras partes
de nuestro pueblo que está más cerca a los montes si se presentaban estos
fenómenos. Cuando las lluvias o sequías no coinciden con la alineación de
líneas con estrella, esperamos lo que ustedes llaman el Niño; eran malos
tiempos y al determinar los ciclos en tiempos estables podíamos hacer acopio
ordenado de alimentos que nos servirían para cuando la tierra no dé frutos o
cuando éstos sean barridos por las lluvias fuera de estación. A medida que la
intensidad de lluvias es mayor, los ríos que bajan de las montañas inundan las
tierras y destruyen las cosechas’.
Le pregunté si la
lechuza -que me tenía obsesionado- tenía algún significado especial. ‘La
lechuza no está asociada a ninguna estrella. Es un recordatorio de unos
viajeros que han venido hace algunos años’. Le quise contar acerca de María
Reiche y sus conclusiones. Me interrumpió ‘todas las aves representadas por
nosotros tienen sus alas, patas y garras bien definidas. Al tener las lechuzas
garras, deberían verse delineadas. Pero si observas con cuidado verás que sus
patas no terminan en garras, sino que son redondeadas, a manera de calzado.
Ellos no nos han ayudado a hacer las líneas, en eso no se equivocó la alemana.
Hemos ubicado esta figura inclinada en un montículo para que sea vista desde
donde llegaron los viajeros y para que nosotros sepamos en dónde bajaron. No
sigas preguntando, ellos deben venir uno de estos días. Las estrellas se han acomodado
de tal manera que repiten la posición que tenían cuando ellos llegaron por
primera vez. Cada vez que se alinean, ellos han regresado sin fallar una sola
vez’.
[…] A estas alturas las
luces estaban bien abajo y una de las naves se acercó hacia nosotros. Sum me
indicó que no tuviese temor porque venían a dejarnos un obsequio. De pronto, la
primera nave aterrizó al ras del suelo y salieron dos viajeros con apariencia
de lechuza. Uno de ellos llevaba la piedra que encontré en el Cusco y el otro
la piedra de jade con los segmentos de oro. Sum me hizo una seña para que no lo
siguiera y se les acercó. Recibió ambos obsequios y después de quedarse quieto
por un buen rato, los seres se retiraron a su artefacto volador, se cerró la
puerta y las naves empezaron a alejarse.
Recién cuando
terminaron de desaparecer a gran velocidad, Sum me pidió que me acercara. Nadie
más lo hizo. Algunos de los presentes estaban petrificados por el asombro.
Llegué hasta donde Sum se encontraba. Empezó a decirme: ‘Ésta es la piedra que
usaste para llegar y éste es el mecanismo que la activará plenamente cuando se
encuentre completa. Deben ser llevadas al Cusco y explicarles que deberán
construir un santuario en donde se guardarán ambas piedras. Los viajeros nos
dijeron que esos hombres estarán por llegar dentro de mil años y que no los
íbamos a conocer. Ahora debo escoger una decena de voluntarios para llevar la
piedra hasta lo que será el Cusco‘.
Le pregunté cómo es que
los viajeros se contactaron con ellos. ‘Hace muchos años llegaron en canoas
unos señores de otras tierras más al norte. Ellos nos adelantaron que los
viajeros les visitaron mucho antes y que su pueblo se había dividido en dos.
Unos desearon irse con los viajeros, pero no era posible. Después de
suplicarles sin resultado, el pueblo pidió que a cambio de acceder al pedido,
el remanente se encargaría de viajar hacia el sur y avisar a todo pueblo que
encontrase para que acepte recibir la piedra y aprovecharla en beneficio de
quien lo necesite. Esa mayoría se dividió en grupos menores y cada uno tomó su
propio camino, sabiendo que nunca más se iban a ver. Fue un acto heroico de ese
pueblo que ustedes llaman los mayas’.
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