miércoles, 21 de enero de 2015

EL ORIGEN

Mi viaje de negocios tenía como destino las minas de hierro en el sur de Ica. A pesar de que la explotación de hierro no es muy común en el país, el manto ferroso se extiende por varios kilómetros hacia el este, hasta la región Apurímac. Debido a que el precio de este metal es muy bajo respecto del oro,  del cobre y de cualquier otro, se requiere de una mayor inversión en equipos para que la producción sea rentable. Y a mayor cantidad de equipos mineros, nuestras posibilidades de suministrarles más cosas se incrementaban considerablemente.

Ica es conocida por ser la cuna de una bebida llamada Pisco, que es motivo de disputas por el nombre de origen y del mercado con una nación al sur. Aparte del Pisco,  Ica  también produce buenos vinos gracias a la inversión del mismo país del sur. Cosas de la vida. Cuando se habla de Ica en mi mente se agrupa mucha información. Agroindustria muy importante debido a su inmejorable clima. Excelentes comidas como la tortuga de mar en sus diversas presentaciones. Lamentablemente la especie se está depredando. Se tuvo que prohibir su captura y comercialización, aunque en círculos privados se sigue con esta práctica culinaria en forma clandestina.

La primera vez que estuve en Ica fue cuando mi padre me pidió que lo acompañara en los ’80s pues debía supervisar la construcción de unos tanques para recibir ácido sulfúrico que una nación asiática nos obsequiaba por ser excedente de su actividad productiva. Me explicó  que a medida que un país se torna industrializado, mayores serían el sobrante del ácido y países como el nuestro con una industria incipiente, debía importarlo. Yo aún estaba en el colegio; me agradó la idea de salir de viaje por unos días y faltar  a clases.

[…] La cultura Nazca es la que concita  mayor interés mundial. Aparte de su cerámica de características similares a los Paracas en colores, formas y diseños, la presencia de líneas de gran tamaño trazadas en las arenas del desierto y preservadas posiblemente por más de mil años. En ellas representaron aves, cetáceos, reptiles, arácnidos, mamíferos y otros motivos más, que pueden ser apreciados en su real magnitud desde el aire. La matemática alemana María Reiche fue quien dedicó su vida a su estudio y sus publicaciones han permitido difundir sus descubrimientos. Fue ella quien  escoba en mano despejó la tierra acumulada sobre las líneas cuando llegó a la zona.  A diferencia de las versiones que aseguran que las líneas habrían sido hechas por extraterrestres, ella asegura que la  las líneas son un logro de los habitantes del lugar. La región, que siempre estará entre los mejores recuerdos de mi vida, es soleada casi todo el año y  produce frutas, uvas y piscos excelentes. 

[…] En fin, había tenido éxito en esta visita y como premio me dirigí a Nazca a pasar la noche, a ver si la piedra hacía una de las suyas. Después de ubicarme en un hotel cerca de la plaza, decidí salir a cenar. Estaba algo cansado, lo que me dificultaba pensar en visitar las líneas. Este viaje era entre semana y no disponía de tiempo porque debía estar en Lima al día siguiente. Para otra vez sería mi cita con las líneas. El hotel estaba bien equipado, inclusive había un cuarto de sauna, vacío por el momento. Pregunté si estaba operativo y me dijeron que en media hora ya estaría a punto para ser usado. Les agradecí y me fui al cuarto a matar el tiempo antes de ir al sauna. Cuando ya habían pasado los treinta minutos me dirigí, listo para ingresar. Pregunté si estaba preparado y si había casilleros para dejar la ropa. Ya con la toalla puesta como única prenda, abrí la portezuela para ingresar.

Grande fue mi sorpresa al encontrarme  con la piedra. No sabía qué hacer. Si esto o aquello. Poco a poco fui razonando con más claridad y volví al casillero para vestirme de nuevo; rápido porque otra persona podría animarse a ingresar y descubrir lo que guardaba como secreto de estado o provocar que la piedra desapareciese, estropeando la misión del momento. Una vez vestido y con la piedra en la mochila que recogí de mi habitación, me acerqué al cuarto. Miré por todas partes y percatándome de que nadie me viera, ingresé nuevamente con ropa y todo. Acto seguido saqué y coloqué la piedra en su lugar y al borde del colapso por el calor reinante, introduje una diminuta vasija de oro en el siguiente agujero que tenía la figura de una lechuza.

Algún recuerdo pasó raudo por mi mente, pero antes de determinar qué había sido, empezó a fluir el chorro de energía y las luces de siempre. Menos mal que llevaba puesta la ropa porque de pronto sentí un ventarrón producto de las paracas, que eran vientos muy fuertes pero ínfimamente comparables a las tormentas de arena que se ven en las películas del desierto; aunque menores en intensidad, podían voltear la carga que llevan los camiones que se cruzan con ellas o rayar la pintura de los vehículos a manera de arenado.

Busqué un lugar en donde guarecerme del viento y encontré unos montículos en los me lancé, postrado cuerpo a tierra y con la cabeza y cara cubiertas con la camisa, esperé algo de tiempo hasta que pasara del todo. Cuando pude levantarme, alcancé a ver que me encontraba solo en el lugar. Subí al montículo para ubicarme mejor y mirar a mis alrededores. No sé cómo llegué a donde estaba, pero al mirar hacia abajo me encontré con una figura ya vista siglos atrás. Esa forma de sandía echada con dos lentes redondos era el pensamiento que rondaba mi mente al poner el oro en la figura de la piedra. Era la lechuza, pero era también el vivo retrato de los visitantes de Caral. ¿Qué relación podrían tener? María Reiche había dicho que todas las líneas eran mérito de los nazcas y que representaban únicamente animales y otros objetos propios de su realidad. Que no habían recibido ayuda de ninguna clase. Pero porqué aparecí aquí mismo, cuál era el mensaje y la misión en curso, eran cosas que desconocía por completo. Volví mi cabeza para ver dónde estaba la piedra. Ya no la encontré, había desaparecido.

[…] Con curiosidad le pregunté qué representaban las líneas y cuál era su objetivo. Respondió lo siguiente: ‘tras muchos años de observación de las estrellas hemos determinado el ciclo de muchos desastres naturales que se repiten después de períodos de tiempo muy regulares. Las lluvias intensas de la costa siguen un patrón bastante confiable, aunque algunas veces se salían del modelo. Pero lo más importante era que de acuerdo a la alineación de las estrellas podíamos saber en qué época del año ocurrirían. Así cuando algunas líneas acomodan su orientación a las estrellas que les corresponden, esperábamos épocas de calor, de frío, de lluvias, de sequías. Si bien aquí no llueve nunca, en otras partes de nuestro pueblo que está más cerca a los montes si se presentaban estos fenómenos. Cuando las lluvias o sequías no coinciden con la alineación de líneas con estrella, esperamos lo que ustedes llaman el Niño; eran malos tiempos y al determinar los ciclos en tiempos estables podíamos hacer acopio ordenado de alimentos que nos servirían para cuando la tierra no dé frutos o cuando éstos sean barridos por las lluvias fuera de estación. A medida que la intensidad de lluvias es mayor, los ríos que bajan de las montañas inundan las tierras y destruyen las cosechas’.

Le pregunté si la lechuza -que me tenía obsesionado- tenía algún significado especial. ‘La lechuza no está asociada a ninguna estrella. Es un recordatorio de unos viajeros que han venido hace algunos años’. Le quise contar acerca de María Reiche y sus conclusiones. Me interrumpió ‘todas las aves representadas por nosotros tienen sus alas, patas y garras bien definidas. Al tener las lechuzas garras, deberían verse delineadas. Pero si observas con cuidado verás que sus patas no terminan en garras, sino que son redondeadas, a manera de calzado. Ellos no nos han ayudado a hacer las líneas, en eso no se equivocó la alemana. Hemos ubicado esta figura inclinada en un montículo para que sea vista desde donde llegaron los viajeros y para que nosotros sepamos en dónde bajaron. No sigas preguntando, ellos deben venir uno de estos días. Las estrellas se han acomodado de tal manera que repiten la posición que tenían cuando ellos llegaron por primera vez. Cada vez que se alinean, ellos han regresado sin fallar una sola vez’.

[…] A estas alturas las luces estaban bien abajo y una de las naves se acercó hacia nosotros. Sum me indicó que no tuviese temor porque venían a dejarnos un obsequio. De pronto, la primera nave aterrizó al ras del suelo y salieron dos viajeros con apariencia de lechuza. Uno de ellos llevaba la piedra que encontré en el Cusco y el otro la piedra de jade con los segmentos de oro. Sum me hizo una seña para que no lo siguiera y se les acercó. Recibió ambos obsequios y después de quedarse quieto por un buen rato, los seres se retiraron a su artefacto volador, se cerró la puerta y las naves empezaron a alejarse.

Recién cuando terminaron de desaparecer a gran velocidad, Sum me pidió que me acercara. Nadie más lo hizo. Algunos de los presentes estaban petrificados por el asombro. Llegué hasta donde Sum se encontraba. Empezó a decirme: ‘Ésta es la piedra que usaste para llegar y éste es el mecanismo que la activará plenamente cuando se encuentre completa. Deben ser llevadas al Cusco y explicarles que deberán construir un santuario en donde se guardarán ambas piedras. Los viajeros nos dijeron que esos hombres estarán por llegar dentro de mil años y que no los íbamos a conocer. Ahora debo escoger una decena de voluntarios para llevar la piedra hasta lo que será el Cusco‘.

Le pregunté cómo es que los viajeros se contactaron con ellos. ‘Hace muchos años llegaron en canoas unos señores de otras tierras más al norte. Ellos nos adelantaron que los viajeros les visitaron mucho antes y que su pueblo se había dividido en dos. Unos desearon irse con los viajeros, pero no era posible. Después de suplicarles sin resultado, el pueblo pidió que a cambio de acceder al pedido, el remanente se encargaría de viajar hacia el sur y avisar a todo pueblo que encontrase para que acepte recibir la piedra y aprovecharla en beneficio de quien lo necesite. Esa mayoría se dividió en grupos menores y cada uno tomó su propio camino, sabiendo que nunca más se iban a ver. Fue un acto heroico de ese pueblo que ustedes llaman los mayas’.

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