miércoles, 21 de enero de 2015

LA BALLENA Y LA FLOR DORADA

Se había hecho de tarde y me dieron una manta tejida en donde se representaba a un cóndor con una serpiente en su interior, como si se la hubiese comido. Recordé que esa figura correspondía a los restos descubiertos a mediados del s. XX en el complejo conocido como Huaca Prieta, en Ascope al norte de la ciudad de Trujillo y en el límite con Lambayeque. Claro, pues. El primer baktun corresponde a 3000 años a.C. Sin embargo, Huaca Prieta apareció 4000 años a.C., desapareciendo más o menos en este tiempo o algo después. ¿Querría la piedra mostrarnos cómo desaparece una civilización? Pero si tenían la orquídea dorada ¿Cómo era posible que la enfermedad los extermine? ¿Por qué estábamos tan lejos del Cusco?

Lejos de resolver algo, sentía que cada vez aparecían más y más piezas de un rompecabezas entre las cuales no había relación alguna por el momento. Paciencia, posiblemente aún nos esperan como diez baktunes, eso si es que no hay sorpresas.

Estábamos bastante lejos de algún otro centro poblado, como le comentaron a Yony los lugareños. Era el momento de saber quién era Yony. Le pedí que me cuente algo más de lo que él sabía, porque realmente yo no sabía nada de esta época. Empezamos a caminar hacia donde los lugareños nos habían indicado, dejando atrás la piedra que nos trajo a este tiempo.

Le pregunté si habíamos fallado. Yony respondió: ‘Al parecer por alguna razón la ayuda que no llegó a tiempo no es lo que la piedra nos quiere mostrar. Lo que hemos logrado es hacerles menos dolorosa su partida. Creo que la lección por aprender es que en este tiempo la fuerza de las enfermedades y de la naturaleza desbocada puede acabar con la vida como la conocemos. ¿Has notado que hacía mucho calor aún durante la noche? No me sorprendería que el excesivo calor y las lluvias provocadas por lo que en tu tiempo se llama el fenómeno del Niño hayan estropeado sus alimentos porque no tienen cómo preservarlos del clima. Debido a esto, ellos posiblemente hayan adquirido dolencias estomacales y hambrunas que no pudieron contrarrestar, provocando un sinnúmero de muertes que no respetaron casta, ni edad, ni importancia; diezmando a los notables que guiaban  con acierto a su civilización. Así se produce la decadencia, como lo puedes ver’. Me sorprendió su respuesta. No era una persona demasiado locuaz pero después de lo que acababa de escuchar me quedaba claro que sabía muy bien lo que hacía y el contenido de su misión.


Siguió hablando. ‘Conmigo regresarás hasta tu tiempo en donde debido a tus continuos viajes te vas a cruzar con la piedra. Algunas veces te trasladará a lugares bastante distantes, otras veces no se moverá del lugar en donde aparezca, por alguna razón que aún no entendemos. No creo que yo te vuelva a guiar, ya encontrará la piedra alguien más adecuado’. Era una despedida. Me había olvidado que al jugar con el tiempo de esta manera era cauto adelantar el adiós porque no se sabía qué nos depararía el destino.

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