viernes, 5 de diciembre de 2014

SOLILOQUIO - Octubre 2011 (B13C)

Guardamos la piedra y nos alejamos del lugar. Salimos de las ruinas rumbo a algún hotel o restaurante en donde pudiésemos recuperar energías. Si algo sabemos los peruanos es que las comidas pueden cambiar según la región pero siempre son deliciosas. Mientras ambos terminábamos el almuerzo, me urgía pensar en todo lo que estaba ocurriendo y hasta dónde deberían llegar las cosas mientras estén bajo control.

Me apresuré a decirle a Yony que iba a registrarnos en el hotel en donde almorzamos y que diese unas vueltas, que tenía unos pendientes que resolver en la web, que en una hora nos encontraríamos en la puerta del hotel. Se despidió. Hice un poco de tiempo para no parecer apresurado. Luego salí con aire tranquilo pero con un mar de preguntas sin respuesta que me aguijoneaban el interior. Hacía tiempo que no sentía estas emociones juveniles. Es que el descubrimiento de algo que no conocía pero que todo mi ser deseaba conocer y manejar a gusto me dominaba sin poder encontrar la tranquilidad.

‘Bueno’ –me dije– empecemos por lo primero que levantó alguna sospecha. Si me conozco bien podría decir que mi sentido crítico a veces no advierte de plano algunos detalles sutiles de la situación. De otro lado, esa dificultad ya identificada me impide dar una opinión apresurada, esperando tener más elementos de juicio.

No tenía mucho tiempo, sin embargo me preguntaba si el hecho de encontrar la piedra en un lugar tan alejado de los pueblos y en una situación bastante accidental podría no serlo tanto. 

Pasé a la siguiente que trataba del hecho de haber conocido a Yony no por casualidad. El llevar una medalla de oro que tenía grabada una de las líneas de Nazca y que la pusiera en una de las cavidades que terminó por activar la piedra, no eran coincidencias.

A pesar de ser parco en su conversación, esa imagen no me engañaba. Probablemente evitó conversar para no delatarse. Muy posiblemente él sabría algo más, de repente la piedra ya había sido utilizada con anterioridad y algunas personas ya sabrían de la existencia y funciones de la piedra. Pero ¿por qué ellos mismos no utilizaban la piedra? Una vez encontrada significaba un tesoro inigualable para cualquiera y que a muchos les hubiese abierto los ojos de codicia. Algunas respuestas llevaban a otras preguntas y así avanzaba sin rumbo. De pronto pensé cuál sería el fin de la existencia de la piedra y porqué ese poder se encontraba restringido prácticamente a mi persona. ¿Habría otros como yo que hayan efectuado estos viajes?

Seguía caminando. Empezó a llover pero la lluvia parecía estar de acuerdo con la piedra y mis pensamientos. La costa del Perú es básicamente desierta. Ciudades como Lima, en donde se encuentra mi hogar, tienen a duras penas algo que llamamos garúa y que demora en mojar la acera. Machu Picchu se encuentra en la parte alta de la selva peruana y sus lluvias pueden ser torrenciales. La presencia de algo parecido a la garúa costera era inusual pero agradable.
Seguía pensando, seguía tratando de ver el cuadro general de esta situación. El fin de la piedra, su razón de ser. Una piedra del tiempo que casi nadie conozca ni se pueda usar era la clave. ¿La piedra me habría escogido a mí? ¿Fue casualidad conocer a Yony o todo estaba ‘arreglado’? ¿Sabría él que se iba a encontrar con algo ya conocido y me estaría guiando hacia algo o alguien con algún fin?

Revisé mi smart phone y tenía señal. Busqué en la web por números de culturas antiguas. Los incas no habían dejado registro escrito de numeración aunque el quechua, su idioma, gozaba de una numeración decimal que hasta hoy se maneja en el Cusco, otras partes del Perú y de Sudamérica con influencia Inca.

Números romanos, números arábigos… Afiné la búsqueda hacia América. Numeración maya, eso eran las marcas que acompañaban a las líneas de Nazca en los relieves de la piedra. No pude evitar ver la hora, habían pasado ya treinta minutos, más o menos. ¿Qué hacían los mayas en Sudamérica? ¿Por qué no dejaron rastro de cosas similares como su numeración?

¿Es que las culturas antiguas del Perú no supieron asimilar conceptos conocidos y representarlos? Si el quechua se hablaba desde los inicios de Caral cinco mil años atrás y ya tendrían números en su lengua, por qué no adaptaron los ideogramas o dígitos que ‘vinieron’ de Mesoamérica.

Por ahí recordé el mito de Naylamp, que vino hacia las costas del país. Se encontraron restos de jade similar a los que hay en Centroamérica. Recordé al arqueólogo Max Uhle, quien defendió que las culturas de la costa peruana habían recibido la influencia de culturas mesoamericanas, debido a procesos migratorios. Eso explicaba por qué una piedra podría a la vez tener figuras nazcas y caracteres mayas. La cultura Nazca se desarrolló en la costa sur del Perú y la cultura Moche, en donde se cuenta la historia de Naylamp, se desarrolló en la costa norte casi en la misma época. Pero por qué no fue asimilada la numeración, no lo podía responder. Quizás como los números incas y de sus ancestros no eran del tipo vigesimal, no desearon cambiarlos. Pero tampoco había registros escritos de los números incas. Se sabía que los quipus –esa especie de nudos– podrían contener los últimos vestigios de numeración Inca, pero nadie hasta el momento había podido descifrarlos. Tampoco quedaba muy claro porqué los nazcas habían trasladado ese conocimiento hasta el Cusco. ¿El Intihuatana había sido tallado en la piedra en Machu Picchu o la habían trasladado desde la costa sur?

Quedaban aún algunos vacíos que me impedían completar el cuadro, pero tenía lo más importante casi resuelto. La piedra no tenía fines expansionistas ni de poderío, sino ya hubiese sido utilizada para eso. Pero cuál sería la razón de haber sido escogido para ver el espectáculo que acababa de presenciar, de eso no tenía idea. De otro lado por qué Yony me había conducido casi directamente hacia el Intihuatana y cómo activó la piedra con su medalla de oro. ¿El habría escogido ese pasaje de la historia o la piedra tendría un poder independiente de la voluntad humana? ¿Por qué el oro activó la piedra?

Vamos por partes. Sabemos que se considera al Cusco como un centro energético y de otro lado que de la materia se puede producir energía en grandes cantidades, pero en condiciones muy especiales. Habría que replicar algún experimento de plasma o antimateria altamente contaminante y peligroso, posiblemente mortal para nuestra condición al aire libre.

¿Qué contenía adentro el Intihuatana que activó a la piedra del tiempo y la desintegración posterior del oro? Esa gran piedra que anunciaba con la sombra proyectada la hora o quizás la estación del año es intocable, nunca sabremos qué contiene adentro. También me mantenía intrigado el oro que desapareció al activarse la piedra. Por eso los incas lo consideraban como metal sagrado. Bajo el supuesto de que haya encontrado la piedra en un accidente real, ¿cómo habría llegado allá? Pienso que no pudo ser ‘sembrada’ y que llevaba ya mucho tiempo abandonada en ese paraje en la puna. Aunque viéndolo de otra manera, el tiempo ya no es una condición limitante, hasta podría decir que era algo secundario.

Diez minutos y regresaríamos con la piedra. Asumo que si era algo preparado por Yony y otros, él ya tendría otro objeto de oro y lo colocaría en donde le sea conveniente y sin consultar. Por mi parte, iba a dejar que él lleve la aventura hasta donde pudiese y dentro de lo que se entienda como bajo control. Mis dudas acerca de la seguridad de los viajes, de mi propia integridad física debida a la piedra o a quienes me conducían se fueron disipando. No encontraba razones para pensar en algún peligro oculto o no anunciado. Sentía en lo profundo que se trataba de algo que la piedra y sus seguidores no podían proporcionar.

Era mejor ir cambiando mi expresión de investigación y de sospecha por alguna algo más ingenua, como quien no sabe qué está pasando y que sigue experimentando sin peligro lo que no conoce. Respiré hondo un par de veces.


Caminé de regreso a la puerta del hotel. No era muy grande el lugar, en algunos minutos me encontraría de nuevo con Yony y enrumbaríamos hacia nuestro segundo destino y los que pudiesen aparecer. No conté cuantos símbolos había pero sí había interpretado los números, que iban del uno al trece, corroborados al ver la web. Otros dos agujeros tenían lo que los mayas consideraban el cero, pero las marcas encima y por debajo se entienden como antes y después. Luego el agujero central con la espiral. Yo no quería pensar más. Yony ya me esperaba en la puerta y regresamos al lugar de los hechos.

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