Yendo de mañana por la
carretera, mejor dicho por un camino afirmado, hacia las minas de cobre,
repasaba mentalmente lo que iba a ofrecer a mis anfitriones. Estaba satisfecho.
Me habían ofrecido recibirme en las instalaciones de la mina porque siempre se
interesaban en lo nuevo de la tecnología. Hacía mucho frío por las noches pues
estaba entre las cordilleras de la sierra, pero eso no me preocupaba en
absoluto. Ya antes me ofrecieron lo mismo y la verdad es que eran excelentes
condiciones. Sus sencillas habitaciones no tenían nada que envidiarle a las de
los mejores hoteles del Cusco. Agua caliente, calefacción, cuartos alfombrados,
cable, cinema, los alimentos corrían por parte de ellos… de pronto todo ocurrió
tan rápido.
Instintivamente
tuve que esquivar algo que se cruzó, algo que salió de entre las piedras del
camino, era una liebre. Demasiado tarde. El duro golpe en la suspensión me
volvió a la realidad de inmediato.
Después de controlar y detener el vehículo, me bajé para ver los posibles daños
por el percance.
Revisé
cuidadosamente las ruedas. Nada. Aparentemente la suspensión no había sufrido,
tampoco la dirección. Pero el sonido seco y profundo me hacía desconfiar.
¿Contra qué? allí estaba la respuesta a
mis dudas. Busqué por los alrededores sin éxito. Me acababa de dar cuenta de
que ya no estaba en la trocha. Es que era tan similar al resto de la puna. Así
era el tramo que arrancaba desde Arequipa hasta llegar a Espinar.
Bueno,
retrocedí hasta donde los rastros de las ruedas me indicaban que salí de la
trocha. Algunas piedras por ahí… Algo llamó mi atención. Era una piedra con base
casi rectangular. Había algunos símbolos que reconocí de inmediato, junto a
otros más simples pero que nunca había visto. Aún así tenían cierta lógica.
Pensé hasta qué podrían representar algún sistema numérico. No eran números
romanos pero sus semejanzas a medida que se recorría en círculos –como en un
reloj– los hacían parecer consecutivos. Cada ‘número’ venía asociado a un
símbolo.
Nunca
había visto algo similar. Quizás al pasar por la Ciudad Imperial alguien me
pudiese indicar qué tenía entre mis manos. La base parecía haber sido cortada
de la roca porque al intentar parar la piedra ésta se inclinaba hacia un lado.
Volviendo a las figuras y números, estaban grabados en relieve adentro de unos
agujeros ciegos encerrando a otros tres que se ubicaban en el centro. Eran unos
trece los que los rodeaban y al parecer la razón de cada uno de los agujeros
era depositar algo. Envolví cuidadosamente la piedra grabada en una tela, que
buscando encontré entre las herramientas del vehículo. Ya vería después qué
podría ser y su significado.
Llegué
a la mina y me recibieron, ubicándome rápidamente. Las visitas no duran mucho y
mayormente se terminan el mismo día. Pasearme por las áreas de mantenimiento y
producción, luego por las superintendencias y jefaturas. Atender a cada usuario
tomando nota de cualquier pregunta o necesidad. Es fácil despertar la
curiosidad de los técnicos cuando se les ofrece tecnología a la que aún no
tienen acceso.
Luego
de departir una agradable conversación y de haber pactado mi siguiente visita,
me ofrecieron visitar el tajo para ver sus equipos en movimiento, a ver qué
otras cosas más de utilidad les podría ofrecer.
Terminado
el trabajo me despedí de los ingenieros, agradeciendo cortésmente por las
atenciones recibidas y por la oportunidad de visitarles en forma continua. Ya
en mi habitación y después de preparar y enviar mi informe por correo
electrónico me puse a pensar acerca del origen de la piedra, que yacía en un
rincón de la tolva de mi camioneta. Nunca había visto algo parecido a pesar de
haber sido un estudiante promedio de la historia peruana. Las culturas antiguas
me llamaban mucho la atención y si bien había reconocido casi todas las figuras,
los que parecían números no tenían explicación alguna.
Al
retirarme de la mina a la mañana del día siguiente, ya no regresé a la Ciudad Blanca
sino que me dirigí directamente hacia el
Cusco. Buscaría a algún guía que tuviera algún conocimiento profundo y le
mostraría la piedra que encontré para saber su origen, importancia y
posiblemente su valor.
Después
de algunas horas de seguir el viaje por otras trochas más, me encontré
ingresando por tercera vez en mi vida a la Ciudad Imperial. Por ahí divisé un
obelisco con un cóndor. Recordé que durante mi segunda visita, en los años ‘90,
había un acuerdo entre el alcalde y la autoridad militar para que antes de la
inauguración del monumento los uniformados izaran e instalaran el cóndor de
bronce en la cúspide, pero que luego de un pleito entre ambas autoridades, éstos
últimos se negaron a levantar el cóndor y respondieron que si el alcalde quería
al animal en su lugar, que lo suban en burro. A pesar de ver al ave en su parte
superior, nunca supe si el obelisco y su monumento de bronce quedaron tal como
se pensó en un inicio.
También
me encontré con una enorme fuente de aguas en donde destacaba un enorme plato dorado
con cabeza de puma. Paccha de Pumaqchupaq o algo así. Luego el monumento a Pachacútec,
el gran guerrero Inca. Me daba la impresión de que como no sabía a quién
recurrir, me desviaba del asunto dando vueltas por los alrededores de la
ciudad.
Llegue
a la plaza de armas en donde busqué algún lugar para merendar porque ya se había
hecho tarde. Saliendo del vehículo pude ver el comercio del lugar. Piedras de
colores como shaquiras, lapislázulis y turquesas.
Cristales
de cuarzo y piritas también. Ponchos, chullos y chompas, al lado de artesanías
de barro, réplicas de Machu Picchu en granito, adornos en oro, plata, otros metales
y algunas cerámicas más elaboradas. Hice un alto.
Pregunté
si conocían a alguna persona que me pudiera instruir acerca de lo que los incas
habían hecho en la piedra porque deseaba llevarme a Lima algunas reliquias lo
más reales posible. Me respondieron que volviera mañana temprano para hablar
con Yony, que iba a responder a todas mis preguntas.
Finalmente
me ubiqué en un pequeño hotel con vista a la plaza de armas y que era
administrado por una congregación de monjas. "Mañana, mañana quizás sabría algo
más".
No hay comentarios:
Publicar un comentario