Después de muchos años de
leer ‘La Tercera Ola’ –obra que no entendí completamente– me causó la impresión
de que los años venideros serían de marcada incertidumbre. Las fuerzas
económicas organizadas después de la depresión de 1929 tienen financieramente dominado
al mundo y han controlado sus factores, incluyendo la calidad de educación que
les permite mantener una humanidad agonizante.
Penosamente
la democracia tiene dos objetivos principales: Marear al elector para que siga
escogiendo entre opciones ‘pre-cocidas’ que no deben salirse del libreto si es
que en algo aprecian sus vidas y mantener el statu quo internacional que
consiste en manejar a las naciones como granjas lecheras que generan riqueza
mediante un flujo de caja desde el bolsillo del elector hasta las arcas
fiscales que son destinadas para fines que no mejoran el estatus del mismo
elector que paga impuestos.
Flujos
de caja que no permiten el éxito del ciudadano común. Te ofrecen educación
gratuita –no de calidad– para que sigas empujando el carro de guerra sin
preguntar. Te ofrecen salud, para que lo empujes por más tiempo. Te ofrecen
cualquier cosa conveniente a sus fines. Si hablas y no estás de acuerdo te investigan,
te aplastan con la prensa y procesos judiciales fraguados con leyes desiguales,
pero convenientes. Arriando autoridades, científicos, profesionales, ejecutivos,
empleados, obreros, sindicatos y todo lo que se te ocurra.
Pero
el orden mundial es cíclico, como la economía. Pasada la era industrial y
tecnológica toca la era de la humanidad. Valores supremos como libertad,
igualdad y fraternidad vienen durmiendo ya más de doscientos años; derechos como
ocho horas de trabajo, ocho de descanso y ocho para disfrutar con la familia y
que habían sido enterrados desde el inicio del s. XX, empiezan a resurgir por
los errores de una minoría trasnacional que no cuantifica las consecuencias de
su desmedida ambición y torpeza.
Sus
garras empujan hacia afuera de la historia los valores que hoy caracterizan
solamente a algunos super-héroes en los comics. Ya no les interesan las
condiciones de la vida humana, ni las guerras provocadas cuando no pueden pasar
por encima de las leyes. Destruyen la tierra pues no verán el final desastroso
cuando ya no se pueda vivir con dignidad. Esta última crisis ha descubierto sus
debilidades por la quiebra masiva de instituciones lucrativas y sólidas, hasta
entonces. A su vez las guerras ya no representan un negocio tan rentable como
antaño.
Como
ocurre en cada crisis, un nuevo orden mundial está por comenzar. Si bien
tenemos aún una humanidad no consciente del poder que tiene por ser absoluta mayoría
y con una publicidad subliminal por todos los medios que solamente busca vender
a cualquier precio sin preocuparse mucho acerca de la utilidad que representa
para el usuario final ni sus consecuencias medioambientales, tengo una buena
noticia para ti. Las redes sociales no hacen caso de los actores políticos
continuistas del antiguo régimen económico-social, que ya empezó a dar
manotazos de ahogado.
Completo
la buena noticia señalándote que cada vez es más frecuente encontrar
instituciones que benefician a la humanidad sin distinción de razas ni
culturas. Que ya no se rigen por el orden mundial desfalleciente y que a medida
que vaya organizando un mundo de consumidores, va a detener las ambiciones de
los monstruos corporativos que nacen y se auto-destruyen por su propia codicia.
Ahí
los creativos tenemos la misión de enseñar al mundo la diferencia entre los que
compran y los que venden (los que venden sí lo saben) y atender a los consumidores con la
dignidad del caso. Pero no sólo nos falta consciencia para saber que
tenemos el poder mundial de elegir sino que debe ir de la mano de un sabio equilibrio
para no tomar decisiones apresuradas ni para ser manejados por pseudo-líderes
que desvíen nuevamente al mundo para sus fines particulares, como hasta hoy.
El
objetivo de la nueva humanidad es hacer converger todo esfuerzo hacia la
liberación económica del mundo, evitando que el poder económico arbitrario siga
dominando.
Pero
no podemos incidir en las leyes. Tampoco debemos generar violencia con marchas,
ni motines. Es solamente sembrar consciencia por las redes y escuelas, pasar
por encima de la opinión parametrada, defendiendo al consumidor universal,
difundiendo cultura de verdad, creando consciencia para el buen discernimiento,
distinguiendo y premiando con nuestra preferencia a las empresas que cuidan al
planeta y tratan bien a sus habitantes, por encima de las corporaciones
orientadas al consumismo.
Este
es el primer fruto de la era de la humanidad que ya está con dolores de parto.
Jonás,
último servidor del Señor del Tiempo
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