miércoles, 3 de diciembre de 2014

TRECE OLAS

Después de muchos años de leer ‘La Tercera Ola’ –obra que no entendí completamente– me causó la impresión de que los años venideros serían de marcada incertidumbre. Las fuerzas económicas organizadas después de la depresión de 1929 tienen financieramente dominado al mundo y han controlado sus factores, incluyendo la calidad de educación que les permite mantener una humanidad agonizante.

Penosamente la democracia tiene dos objetivos principales: Marear al elector para que siga escogiendo entre opciones ‘pre-cocidas’ que no deben salirse del libreto si es que en algo aprecian sus vidas y mantener el statu quo internacional que consiste en manejar a las naciones como granjas lecheras que generan riqueza mediante un flujo de caja desde el bolsillo del elector hasta las arcas fiscales que son destinadas para fines que no mejoran el estatus del mismo elector que paga impuestos.

Flujos de caja que no permiten el éxito del ciudadano común. Te ofrecen educación gratuita –no de calidad– para que sigas empujando el carro de guerra sin preguntar. Te ofrecen salud, para que lo empujes por más tiempo. Te ofrecen cualquier cosa conveniente a sus fines. Si hablas y no estás de acuerdo te investigan, te aplastan con la prensa y procesos judiciales fraguados con leyes desiguales, pero convenientes. Arriando autoridades, científicos, profesionales, ejecutivos, empleados, obreros, sindicatos y todo lo que se te ocurra.

Pero el orden mundial es cíclico, como la economía. Pasada la era industrial y tecnológica toca la era de la humanidad. Valores supremos como libertad, igualdad y fraternidad vienen durmiendo ya más de doscientos años; derechos como ocho horas de trabajo, ocho de descanso y ocho para disfrutar con la familia y que habían sido enterrados desde el inicio del s. XX, empiezan a resurgir por los errores de una minoría trasnacional que no cuantifica las consecuencias de su desmedida ambición y torpeza.

Sus garras empujan hacia afuera de la historia los valores que hoy caracterizan solamente a algunos super-héroes en los comics. Ya no les interesan las condiciones de la vida humana, ni las guerras provocadas cuando no pueden pasar por encima de las leyes. Destruyen la tierra pues no verán el final desastroso cuando ya no se pueda vivir con dignidad. Esta última crisis ha descubierto sus debilidades por la quiebra masiva de instituciones lucrativas y sólidas, hasta entonces. A su vez las guerras ya no representan un negocio tan rentable como antaño.

Como ocurre en cada crisis, un nuevo orden mundial está por comenzar. Si bien tenemos aún una humanidad no consciente del poder que tiene por ser absoluta mayoría y con una publicidad subliminal por todos los medios que solamente busca vender a cualquier precio sin preocuparse mucho acerca de la utilidad que representa para el usuario final ni sus consecuencias medioambientales, tengo una buena noticia para ti. Las redes sociales no hacen caso de los actores políticos continuistas del antiguo régimen económico-social, que ya empezó a dar manotazos de ahogado.

Completo la buena noticia señalándote que cada vez es más frecuente encontrar instituciones que benefician a la humanidad sin distinción de razas ni culturas. Que ya no se rigen por el orden mundial desfalleciente y que a medida que vaya organizando un mundo de consumidores, va a detener las ambiciones de los monstruos corporativos que nacen y se auto-destruyen por su propia codicia.

Ahí los creativos tenemos la misión de enseñar al mundo la diferencia entre los que compran y los que venden (los que venden sí lo saben) y atender a los consumidores con la dignidad del caso. Pero no sólo nos falta consciencia para saber que tenemos el poder mundial de elegir sino que debe ir de la mano de un sabio equilibrio para no tomar decisiones apresuradas ni para ser manejados por pseudo-líderes que desvíen nuevamente al mundo para sus fines particulares, como hasta hoy.
  
El objetivo de la nueva humanidad es hacer converger todo esfuerzo hacia la liberación económica del mundo, evitando que el poder económico arbitrario siga dominando.
Pero no podemos incidir en las leyes. Tampoco debemos generar violencia con marchas, ni motines. Es solamente sembrar consciencia por las redes y escuelas, pasar por encima de la opinión parametrada, defendiendo al consumidor universal, difundiendo cultura de verdad, creando consciencia para el buen discernimiento, distinguiendo y premiando con nuestra preferencia a las empresas que cuidan al planeta y tratan bien a sus habitantes, por encima de las corporaciones orientadas al consumismo.
Este es el primer fruto de la era de la humanidad que ya está con dolores de parto.


Jonás, último servidor del Señor del Tiempo

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